lunes, 17 de febrero de 2014

SUEÑOS: una canción, un instante.



La música cambió repentinamente y la melodía se ralentizó, comenzó a sonar una canción que podía ser capaz conmover todos los corazones de los allí presentes, anytime de Kelly Clarkson. Miró el lugar donde se encontraba el tocadiscos, como no, estaba Naira; y esta, al advertir que le estaba mirando, le guiñó un ojo. Ian volvió la vista hacia Maika una vez más, estaba mirando pensativa el suelo, carraspeó un poco y ella volvió a prestarle atención, extendió su mano y ella sin pensárselo dos veces la apretó con la suya. Los dos se introdujeron en la pista de baile, esquivando grácilmente a todas las parejas que ahora ocupaban la zona; al final consiguieron un pequeño hueco en el centro. Las manos de Ian acariciaron suavemente la espalda de Maika y descendieron por ella hasta llegar a su cadera, provocando que sus cuerpos estuvieran en un constante roce; las manos de ella acariciaron su cuello hasta quedar inertes encima de sus hombros. Los pelos de la nuca se le pusieron de punta, pero la joven no pareció notarlo. Estaban sumidos en un constante balanceo, la música resonaba en sus oídos y sus ojos no paraban de encontrarse, haciendo que una mezcla de sentimientos se apoderaran de su cuerpo; solo podía ver y sentir a aquella hermosa joven, el suave tacto de la seda, la perfección de las facciones de la cara, sus labios carnosos y relucientes a causa del brillo de labios, la nariz recta que decoraba su rostro liso y suave… todo en ella era realmente perfecto. Sintió como los brazos de la chica resbalaban unos milímetros y notó el tacto de su rostro al apoyarse en su hombro.
-Me alegro de que estés bien, estaba muy preocupada-.
Ya prácticamente se le había olvidado el problema que había tenido aquellos últimos días; la apretó de repente, intentando protegerla:- Dios, no tendrías que preocuparte por mí, tú estás peor-.
Maika se apartó un poco de él y acarició su mejilla:- No digas tonterías, yo estoy perfectamente, eres tú el que ha estado en coma-.
-No he estado en coma-.
-Bueno, pues dime entonces como has estado-.
-Oye me han estado drogando para que no me enterase del dolor, o por lo menos para que me enterase lo menos posible-.
Maika sonrió:- Lo importante es que estamos bien los dos-.
Ian examinó su rostro con detenimiento, según David ella no estaba recuperada del todo; a simple vista no se podían ver indicios de la enfermedad que la había hecho sufrir, pero al estar tan cerca de ella pudo ver a través de su maquillaje el rostro pálido de la chica, las ojeras que había conseguido disimular con el colorete y la alarmante delgadez de su cuerpo. Él la miró con la preocupación descomponiendo sus músculos:- ¿Y estamos los dos bien?-.
Ella no dijo nada, se quedó callada con los ojos clavados en los suyos intentando mandarle un mensaje inaudible que él no conseguía descifrar, sus ojos desprendían información, sentimientos y emociones contrariadas. ¿Qué intentaba decirle? ¿Qué era lo qué la pasaba pero no se atrevía a contarle? No conseguía entenderlo, era tan misteriosa, seguramente esa cualidad era una de las que le atraían tanto.
-Yo también tengo una pregunta para ti ¿Por qué estás tan interesado en conocerme?-.
La pregunta le pilló desprevenido, intentó contestarla pero sus labios se quedaron petrificados, dejando encerradas las palabras que revoloteaban por su cabeza incansablemente. De repente la música cambió de ritmo, Ian volvió a la realidad y comenzó a reconocer las siluetas de los jóvenes que empezaron a moverse incansablemente con saltos y convulsiones. Ellos dos se quedaron quietos en medio de la pista, mirándose el uno al otro, sin importarles las caras molestas de los juerguistas, ni las de todas las chicas que estaban cotilleando y mirándoles divertidas. Al igual que sintió el deseo de salir corriendo y no contestar su pregunta no quiso apartar las manos de sus caderas, no tenía la voluntad para hacerlo, ella no opuso ninguna resistencia y dejó las manos apoyadas en el pecho del muchacho; sus rostros estaban muy cerca, peligrosamente cerca, el estómago del joven se contrajo, una vez más su cuerpo estaba actuando solo, no le importaban las caras expectantes de las cotillas ni los cuerpos que se movían a su alrededor, solo tenía una necesidad en ese momento, una necesidad que le quemaba por dentro, como la necesidad de fumar de alguien adicto al tabaco. La joven no se movió, se quedó totalmente quieta observando el avance de aquellos labios que acechaban con atacar de un momento a otro, quizás lo que estaba a punto de hacer sería la mejor respuesta a su cuestión. Cuando sus labios estuvieron a punto de rozarse la joven se contrajo y susurró su nombre:- Ian…no-.
El joven se apartó de ella, dolorido, como si acabaran de darle una bofetada; la muchacha bajó los brazos, acariciando los de Ian con extremada lentitud hasta llegar a sus manos y hacer que la soltara; sus músculos se contrajeron pero no opuso resistencia alguna.
-Me tengo que ir-.
Ian parpadeó varias veces:- ¿Tan pronto?-.
La joven le miró, realmente parecía apenada, aunque sus actos dijeran totalmente lo opuesto:- Lo siento. Te veré en el partido-.

Entonces Maika se mezcló entre los demás jóvenes y desapareció; no lo entendía ¿Acaso había echo algo mal? ¿Había ido demasiado deprisa? Puede que fuera eso, pero lo había echo sin pensar, nunca antes le había ocurrido algo semejante, se sintió avergonzado, no podía creer que hubiera cometido semejante estupidez. Se metió las manos en los bolsillos, resignándose a seguirla, sabía que no iba a conseguir nada haciéndolo, quizá hasta empeorara la situación, lo mejor sería esperar a mañana como había dicho ella, allí podría disculparse como era debido. Su mirada buscó la puerta por la que había entrado y lo último que pudo ver de ella fueron sus cabellos rubios saliendo de aquella estancia.

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