La música
cambió repentinamente y la melodía se ralentizó, comenzó a sonar una canción
que podía ser capaz conmover todos los corazones de los allí presentes, anytime de Kelly Clarkson. Miró el lugar
donde se encontraba el tocadiscos, como no, estaba Naira; y esta, al advertir
que le estaba mirando, le guiñó un ojo. Ian volvió la vista hacia Maika una vez
más, estaba mirando pensativa el suelo, carraspeó un poco y ella volvió a
prestarle atención, extendió su mano y ella sin pensárselo dos veces la apretó
con la suya. Los dos se introdujeron en la pista de baile, esquivando
grácilmente a todas las parejas que ahora ocupaban la zona; al final consiguieron
un pequeño hueco en el centro. Las manos de Ian acariciaron suavemente la
espalda de Maika y descendieron por ella hasta llegar a su cadera, provocando
que sus cuerpos estuvieran en un constante roce; las manos de ella acariciaron
su cuello hasta quedar inertes encima de sus hombros. Los pelos de la nuca se
le pusieron de punta, pero la joven no pareció notarlo. Estaban sumidos en un
constante balanceo, la música resonaba en sus oídos y sus ojos no paraban de
encontrarse, haciendo que una mezcla de sentimientos se apoderaran de su
cuerpo; solo podía ver y sentir a aquella hermosa joven, el suave tacto de la
seda, la perfección de las facciones de la cara, sus labios carnosos y
relucientes a causa del brillo de labios, la nariz recta que decoraba su rostro
liso y suave… todo en ella era realmente perfecto. Sintió como los brazos de la
chica resbalaban unos milímetros y notó el tacto de su rostro al apoyarse en su
hombro.
-Me alegro de
que estés bien, estaba muy preocupada-.
Ya
prácticamente se le había olvidado el problema que había tenido aquellos
últimos días; la apretó de repente, intentando protegerla:- Dios, no tendrías
que preocuparte por mí, tú estás peor-.
Maika se
apartó un poco de él y acarició su mejilla:- No digas tonterías, yo estoy
perfectamente, eres tú el que ha estado en coma-.
-No he estado
en coma-.
-Bueno, pues
dime entonces como has estado-.
-Oye me han
estado drogando para que no me enterase del dolor, o por lo menos para que me
enterase lo menos posible-.
Maika sonrió:-
Lo importante es que estamos bien los dos-.
Ian examinó su
rostro con detenimiento, según David ella no estaba recuperada del todo; a
simple vista no se podían ver indicios de la enfermedad que la había hecho
sufrir, pero al estar tan cerca de ella pudo ver a través de su maquillaje el
rostro pálido de la chica, las ojeras que había conseguido disimular con el
colorete y la alarmante delgadez de su cuerpo. Él la miró con la preocupación
descomponiendo sus músculos:- ¿Y estamos los dos bien?-.
Ella no dijo
nada, se quedó callada con los ojos clavados en los suyos intentando mandarle
un mensaje inaudible que él no conseguía descifrar, sus ojos desprendían
información, sentimientos y emociones contrariadas. ¿Qué intentaba decirle?
¿Qué era lo qué la pasaba pero no se atrevía a contarle? No conseguía
entenderlo, era tan misteriosa, seguramente esa cualidad era una de las que le
atraían tanto.
-Yo también
tengo una pregunta para ti ¿Por qué estás tan interesado en conocerme?-.
La pregunta le
pilló desprevenido, intentó contestarla pero sus labios se quedaron
petrificados, dejando encerradas las palabras que revoloteaban por su cabeza
incansablemente. De repente la música cambió de ritmo, Ian volvió a la realidad
y comenzó a reconocer las siluetas de los jóvenes que empezaron a moverse
incansablemente con saltos y convulsiones. Ellos dos se quedaron quietos en
medio de la pista, mirándose el uno al otro, sin importarles las caras molestas
de los juerguistas, ni las de todas las chicas que estaban cotilleando y
mirándoles divertidas. Al igual que sintió el deseo de salir corriendo y no
contestar su pregunta no quiso apartar las manos de sus caderas, no tenía la
voluntad para hacerlo, ella no opuso ninguna resistencia y dejó las manos
apoyadas en el pecho del muchacho; sus rostros estaban muy cerca,
peligrosamente cerca, el estómago del joven se contrajo, una vez más su cuerpo
estaba actuando solo, no le importaban las caras expectantes de las cotillas ni
los cuerpos que se movían a su alrededor, solo tenía una necesidad en ese
momento, una necesidad que le quemaba por dentro, como la necesidad de fumar de
alguien adicto al tabaco. La joven no se movió, se quedó totalmente quieta
observando el avance de aquellos labios que acechaban con atacar de un momento
a otro, quizás lo que estaba a punto de hacer sería la mejor respuesta a su
cuestión. Cuando sus labios estuvieron a punto de rozarse la joven se contrajo
y susurró su nombre:- Ian…no-.
El joven se
apartó de ella, dolorido, como si acabaran de darle una bofetada; la muchacha
bajó los brazos, acariciando los de Ian con extremada lentitud hasta llegar a
sus manos y hacer que la soltara; sus músculos se contrajeron pero no opuso
resistencia alguna.
-Me tengo que
ir-.
Ian parpadeó
varias veces:- ¿Tan pronto?-.
La joven le
miró, realmente parecía apenada, aunque sus actos dijeran totalmente lo
opuesto:- Lo siento. Te veré en el partido-.
Entonces Maika
se mezcló entre los demás jóvenes y desapareció; no lo entendía ¿Acaso había
echo algo mal? ¿Había ido demasiado deprisa? Puede que fuera eso, pero lo había
echo sin pensar, nunca antes le había ocurrido algo semejante, se sintió
avergonzado, no podía creer que hubiera cometido semejante estupidez. Se metió
las manos en los bolsillos, resignándose a seguirla, sabía que no iba a
conseguir nada haciéndolo, quizá hasta empeorara la situación, lo mejor sería
esperar a mañana como había dicho ella, allí podría disculparse como era
debido. Su mirada buscó la puerta por la que había entrado y lo último que pudo
ver de ella fueron sus cabellos rubios saliendo de aquella estancia.