En cuanto llego a la
seguridad de mi habitación me encierro y me acurruco en lo más recóndito de
aquella estancia, aprieto con fuerza mis piernas y escondo mi rostro entre
ellas intentando así huir de todos aquellos malditos demonios que me persiguen.
En mi cabeza resuenan sin cesar todas las palabras envenenadas que mis
compañeros no paraban de susurrarme en clase. Tengo ganas de desaparecer y
acabar con toda esa agonía que me mata por dentro; la presencia del ordenador
en mi cuarto hace que me sienta aún más insegura, sé que es otro medio que
tienen para torturarme, mi página de tuenti está llena de fotografías que me
ridiculizan y de comentarios malvados puestos con el único propósito de dañarme;
lo peor es que todos mis contactos han visto lo que hay en mi página y muchos
de ellos o se unen a las risas o dejan de hablarme. Quiero tirar ese aparato y
hacerlo desaparecer, pero sé que eso no hará que dejen de acosarme, buscaran
otra manera de ponerse en contacto conmigo. Ya no sé qué hacer, el dolor y la
angustia crecen con mayor rapidez en mi interior conforme pasa el tiempo; cada
vez me cuesta más fingir delante de mis padres que todo va bien, tengo ganas de
llorar a todas horas, me cuesta mucho salir de mi cuarto porque tengo la
sensación de que en cuanto lo hago aquellas personas con las que me cruzo por
la calle me miran fijamente y susurran entre ellos palabras hirientes. Es
horrible el sentimiento de soledad que alberga mi corazón, me he planteado
muchas veces decírselo a mis padres pero no quiero que ellos sufran; además,
aunque lo hiciera, no podrían hacer nada por ayudarme. Tengo un terrible pavor
a las consecuencias que podría provocar si revelase lo que me están haciendo
mis compañeros, sé que las cosas irían a peor y yo ya no lo soporto más, este sufrimiento
es inhumano y yo cada vez me siento más débil, no sé cuánto tiempo más podré
aguantar así. Estoy desesperada y marchita, intentó por todos los medios seguir
siendo positiva y meterme en tuenti para ver si ha sido todo un mal sueño o por
lo menos si han decidido dejarme en paz; pero cada día los insultos son peores
y mi fe se va consumiendo. Por más que pienso no consigo encontrar una salida,
lo único que puedo hacer es aguantar aquella tortura infernal hasta que se
cansen o hasta que se me ocurra una solución; mi alma espera con ansias ese día
aun sabiendo que quizás no llegue cuerda a él y también sabiendo que, si por
algún casual no pierdo la razón, me quedarán secuelas de aquella etapa escolar
que me marcarán el resto de mi vida.
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