Los nervios se me dispararon en cuanto
lo supe.
Hacía mucho tiempo ya desde la última
vez que nos vimos. La separación vino de golpe, sin ningún tipo de
aviso, solo descubrí que había dejado de venir a las cuadras cuando
los fines de semana llegaban y ella no aparecía.
Nos había dejado sin ni siquiera decir
adiós, pero yo parecía ser el único al que le importaba.
Nunca mencionaron el tema, las clases
seguían impartiéndose a pesar de la ausencia de una de las alumnas
y yo, aunque no hacía más que negarme y dejar claro que no quería
como compañera a otra que no fuese ella, me vi obligado a seguir
trabajando, a dejar que una completa desconocida se pusiera en mi
lomo y me ordenase hacer los malditos ejercicios que hacía día tras
día.
… a paso... a trote... diagonal...
círculo... cambio de sentido... serpentina... pasar por las barras
tiradas en el suelo... galope...
Estaba cansado, y ya no solo por tener
que hacer siempre lo mismo, era porque, desde que se había marchado,
sentía que nadie me comprendía.
A veces me asustaba o no entendía las
órdenes que me daban. Jope ¡Era solo un potro! Quería libertad,
hacer algo divertido, aprender movimientos nuevos y salir a correr
por el campo, era por eso mismo por lo que a veces me botaba, pero no
lo hacía con la intención de hacerle daño al jinete, me salía de
manera inconsciente. Por eso los alumnos siempre me habían tenido
miedo, nunca querían trabajar conmigo, o al menos no hasta que ella
apareció.
Era extraño pero había momentos en
los que sentía que podía entenderme, era como si pudiésemos hablar
a pesar de ser de especies distintas. No me temía, al contrario,
estaba convencido de que me quería.
Fue con ella con la que aprendí a
controlarme a mí mismo, con la que conocí otras zonas del picadero
donde poder correr y con la que empecé a hacer ejercicios que nunca
antes había hecho. Nos complementábamos, nos ayudábamos entre
nosotros... y por eso no consigo entender por qué me abandonó.
¿Acaso había hecho algo mal? ¿Se
había enfadado conmigo? Necesitaba explicaciones, pero para eso
tenía que regresar.
Así que esperé y confié en que
volvería a por mí, en que seguía siendo especial para ella. Esperé
días, semanas, meses y años, esperé mientras las clases en la
hípica seguían su curso y nuevos alumnos me sacaban a la pista.
Incluso seguí esperando a pesar de no poder recordarla con claridad.
Ya habían pasado 5 años, hacía
tiempo que había dejado de ser un potro. Había visto muchas veces
cómo los niños se apuntaban y desapuntaban sin pensar siquiera en
nosotros, para los humanos no significábamos nada, éramos una
simple herramienta con la que poder entretenerse.
Seguramente no la volvería a ver...
Es por eso que me extrañé tanto al
sentir aquella sensación en mi interior. Nuestra conexión no se
había roto, seguía ahí, y me estaba diciendo a gritos que andaba
muy cerca.
Me quedé congelado, no estaba seguro
de si sería solo producto de mi imaginación hasta que entró en las
cuadras. Fue como si el tiempo no hubiese pasado. La humana me sonrió
y se acercó a mí. No me había olvidado, estaba convencido de que
me había echado tanto de menos como yo a ella. Nunca había querido
dejarme, no necesitaba que me lo dijera con esas palabras mundanas
que utilizaban, una simple mirada suya bastó.
No tuvimos mucho tiempo, aunque nos
acabábamos de reencontrar la vida en la hípica continuaba. Por
mucho que intentase resistirme iba a tener que trabajar.
Sabía que no iba a estar cuando me
sacaran de la pista, pero ya no me importaba tanto, por lo menos
había podido verla de nuevo. Era imposible saber si en el futuro
montaríamos juntos otra vez, ojalá fuese así, pero bueno, de
momento me conformaba con saber que estaba de vuelta.
Me encanta, tu relato. Te quiero, y espero que el tiempo te devuelva lo que tu quieras, y un día te arrebató
ResponderEliminarMe encanta, tu relato. Te quiero, y espero que el tiempo te devuelva lo que tu quieras, y un día te arrebató
ResponderEliminar