Ni siquiera era capaz de
entender aquellos horribles sentimientos que jugaban divirtiéndose en mi pecho
mientras oprimían mi alma. Era una
tortura, un desconsuelo punzante. Traté que desapareciera esa sensación de un
millón de formas, pero las heridas solo empeoraban.
Me convirtieron en un
simple bicho raro con el que poder entretenerse en los insufribles ratos de
instituto. Los dolorosos recuerdos me cegaban, me dejaban sin respiración.
Ya era demasiado tarde. Nadie podía salvarme.
El instituto no es lo
que parece, sus muros esconden más secretos de los que os podéis imaginar ¿Estáis
preparados para descubrirlos?
Acabo de escucharte y sólo puedo darte las gracias. Me has puesto en el camino de entender vuestro interior vuestra desasosegada alma. Gracias desde el otro lado... El de una madre
ResponderEliminarNo hace falta que me las des, me alegro de que te haya gustado la entrevista y que te haya servido :)
EliminarUn beso.