Nervios, angustia, estrés, frustración, impotencia… son
algunos de los sentimientos que se desatan en nuestro interior cada vez que
tenemos que esperar las notas de nuestros exámenes.
Hay personas que no entienden por qué son tan importantes
para los estudiantes. Algunas de las frases que solemos escuchar cada vez que nos quieren animar son: “Son sólo números”, “Esa cifra no siempre es objetiva”, “Puede
que hayas suspendido, pero eso no quiere decir que no te lo sepas”.
Cuando reflexiono sobre ellas pienso que tienen razón, queramos o no el estrés y las expectativas siempre repercuten
negativamente en nosotros a la hora de hacer un examen. Nosotros mismos sin
pretenderlo nos perjudicamos, es como el pez que se muerde la cola, queremos
sacar buena nota por lo que nos obsesionamos; conforme el día del
examen se acerca el estrés va aumentando y el nivel de concentración se
deteriora. Al final, cuando llega el momento de la verdad, estamos tan nerviosos
que nos bloqueamos y respondemos de manera errónea preguntas que podíamos haber
acertado sin problemas en otras circunstancias. Es una relación inversa, cuanto
mayor sea el estrés menores serán las notas.
Pero ¿Por qué? ¿Por qué son tan importantes para nosotros?
No es el simple hecho de quedar bien públicamente, puede ser un factor, pero no
es lo que nos lleva a estudiar día y noche. Los exámenes son una prueba de
capacidad y superación, cuando suspendemos nos sentimos derrotados
porque hemos fracasado. No hemos conseguido la meta que nos habíamos propuesto y
eso siempre duele.
El ser humano tiende siempre ha evitar el sufrimiento, si
suspender equivale a dolor existen dos opciones. Podemos convertirlo en otro
factor que nos ayude a conseguir nuestro objetivo, es decir, podemos positivarlo;
pero también existe la posibilidad de que alguien esté tan frustrado que lo
único que tenga en mente sea huir, evitar enfrentarse a esa situación de estrés
y, por consiguiente, evitar el dolor.
Actualmente el fracaso escolar es una de las mayores
preocupaciones que existen en nuestra sociedad, muchos piensan que es debido a
la poca motivación de los jóvenes o su vaguería, pero esto no es todo. Al ver
que no son capaces de cumplir con las expectativas huyen, se esconden y, como
en muchas ocasiones dan a estos alumnos por perdidos, nadie les ayuda a superar el miedo.
Existen más desencadenantes pero este es, indudablemente,
uno de ellos.
¿Por qué hemos convertido el examen en una amenaza? Pues no
estoy segura, supongo que porque en los colegios lo pintan de esta manera sin
siquiera ser conscientes y, cuando se quiere solucionar, ya es demasiado tarde.
La presión que ejercen los padres sobre sus hijos para conseguir que saquen
buenas calificaciones también influye de una manera muy notable.
El tema de los exámenes es más complicado de lo que creemos,
hay muchos factores que pueden influir en las notas y muchos motivos por los
que tenemos esta imagen de ellos. Seguramente se vaya solucionando con el
tiempo, mientras tanto tenemos que convencernos a nosotros mismos de que las
notas son importantes en ciertos aspectos, pero no lo son todo. Tenemos que
aprender a disfrutar de las cosas que hacemos y de los momentos que vivimos, no
podemos estar siempre a la defensiva, así lo único que haremos será perder el
tiempo.
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