La clase comenzó sin más
interrupciones. Mike resultó ser bastante duro, pero sorprendió a la joven cuando le
mostró su lado más paciente; parecía no importarle el tener que repetir el
mismo proceso de deducción constantemente o el explicar durante media hora el
mismo ejercicio. En alguna ocasión Ollie intentó bromear con él para mejorar el ambiente, pero lo único que conseguía era que la regañara.
Las horas pasaban estrepitosamente rápido y
mientras la oscuridad de la noche acunaba con su manto a los alumnos del
campus y las sumía en un profundo sueño, aquel dúo hizo frente a la magia de la
noche y se mantuvo despierto, sin embargo no duró todo lo que les hubiera gustado. Las horas de estudio se atenazaron sin
remedio en sus músculos y, caso sin darse cuenta, se dejaron vencer por el
encanto de la luna.
Pasado un tiempo Ollie
comenzó a abrir los ojos lentamente; sentía los párpados increíblemente pesados
y todo su cuerpo estaba adormecido. Se estiró intentando así despejarse y, al ver
todos los papeles que tenía encima de la mesa, se acordó de la clase de
matemáticas; rápidamente miró a su compañero pero él permanecía profundamente
dormido. Suspiró, por lo menos en aquella ocasión no podía reprenderla.
Cogió
su lápiz dispuesta a seguir con los problemas, pero aquel instrumento nunca
llegó al folio, se quedó absorta observando el rostro de su compañero; su
frialdad había desaparecido, en ese momento sólo era un joven de diecisiete años con una expresión
dulce y tranquila, algo que nunca había visto en aquellas facciones, y su boca
se entreabría, dándole un aire divertido. Algo dentro de ella se revolvió y sintió el extraño deseo de acariciar su bronceada piel; alargó su
mano hacia él, pero al darse cuenta de lo que iba a hacer zarandeó su cabeza,
cerró el puño, se levantó y se fue rápidamente a la cocina. Allí abrió el grifo y se
lavó la cara intentando así volver a la realidad, ese chico la odiaba y,
además, a ella le gustaba Dan, no podía sentir nada por Mike.
Lo cerró y
abrió la nevera para sacar dos latas de Coca-Cola; mientras las cogía se dio cuenta de
algo realmente extraño; sí que había veces en las que parecía que Mike no la
soportaba, pero la había ayudado en varias ocasiones sin pedir nada a cambio,
la había protegido y la había salvado, esas cosas ¿Las
haría alguien que te odia? Suspiró, cada vez estaba más confundida.
Volvió de nuevo al lugar donde
estaban estudiando, pero al llegar descubrió que Mike había desaparecido. Examinó su
habitación, sus cosas seguían allí así que no se había marchado; una gélida
ráfaga de viento hizo que se estremeciera y entonces se dio cuenta de que
habían abierto la ventana; dejó las latas y se asomó.
Ahí estaba Mike, sentado
en el ladeado tejado de pizarra; Ollie salió también al exterior y, con
cuidado, se sentó al lado de su compañero.
Un escalofrío volvió a atenazar su
cuerpo por lo que se abrazó, intentando así resguardarse del frío:- ¿Qué haces
aquí? Debemos de estar a menos cinco grados como mínimo-.
Mike no apartó la mirada del
horizonte:- Necesitaba despejarme y este era un buen sitio-.
Ella siguió la mirada de su amigo y
observó el increíble aspecto que conseguía el bosque a la luz de las estrellas;
era precioso y, a la vez, sobrecogedor. No pudo reprimir
ante aquello una sonrisa:- La verdad es que es precioso, recuerdo que cuando
era más pequeña mis padres nos llevaron a una ladera en mitad de la
noche y nos mostraron la mejor vista que había visto en mi vida, aunque no
tengo muy claro si me gustó por el lugar o por estar un poco con ellos-. Al instante Ollie se mordió el labio, quizás había hablado de más; miró a Mike, parecía distante y algo preocupado ¿Sería por algo que había dicho? Sabía que no debería preguntar, pero la curiosidad le podía:- ¿Y tus padres?-.
Mike se tensó un poco:- Qué pasa con
ellos-.
Ollie suspiró:- Venga,
cuéntame algo sobre ellos, mis padres son médicos ¿Y los tuyos?-.
-Será mejor que nos vayamos-. Dijo
intentando evitar la pregunta.
Rápidamente Ollie le agarró de la
manga:- Venga, tú conoces una parte de mi vida que nadie conoce, podrías
sincerarte un poco conmigo-.
Mike frunció el ceño:- Tú me lo
contaste porque quisiste, yo no te lo pedí, las situaciones son ligeramente
distintas ¿No crees?-.
Sin embargo ella no quería ceder, ya no:- Por
favor-.
Se mantuvo callado durante unos
segundos, luego suspiró, dándose por vencido:- Mi padre era científico y en
ocasiones misionero, mi madre es profesora en Málaga pero dejó de ejercer hace seis años a causa
de un cáncer, tengo tres hermanos pequeños, los mayores chicos y la más pequeña
una niña; ahora mi madre se encuentra sola cuidando de mis hermanos mientras
recibe el tratamiento-.
Se quedó petrificada, no pensaba que su situación familiar fuera tan desastrosa:- ¿Y tu
padre? ¿Por qué no le ayuda?-.
Él cerró con fuerza los puños:- Mi
padre fue asesinado hace cinco años-.
Ollie sintió cómo se derrumbaba por
dentro, sabía que debía dejar la conversación en aquel punto pero su
curiosidad la quemaba:- ¿Saben quién lo asesinó?-.
Mike cerró los ojos:- La policía no,
pero yo sí-.
Se quedaron los dos sumidos en un completo silencio, él no
continuó y ella no se atrevió a preguntar más. Un nuevo escalofrío recorrió el
cuerpo de Ollie, cada vez sentía más frío; Mike pareció darse cuenta así que se
quitó la sudadera, se la puso a ella sobre los hombros y se levantó.
-Será mejor que sigamos con la clase,
entremos-.
Ollie observó al joven mientras volvía
a su habitación, todavía sorprendida y, cuando hubo desaparecido, apretó con
fuerza la sudadera y sonrió; una extraña felicidad se apoderó de su ser, era la
primera vez que era amable con ella de una manera tan evidente y, seguramente, fuese debido a la unión que se había formado entre ellos gracias a las
vivencias que habían compartido.
-¡Ollie!-.
Ella se sobresaltó:- ¡Ya voy!-.
Y terminado aquel rato de confidencias siguieron con los estudios lo que
quedaba de noche, aunque con una atmósfera más afable e íntima.