Desde muy pequeños los
adultos nos enseñan cómo debemos comportarnos en sociedad, lo que
está bien visto y lo que no, las palabras que se pueden decir y las
que no, lo que se puede comer, tocar o coger, cuando es conveniente
hablar, jugar o esperar...
Todo esto es muy
necesario, sobre todo para un niño, si no se enseñasen todas estas
normas de conducta estaríamos sumidos en un completo y absoluto
caos, no podríamos caminar tranquilamente por las calles porque el
concepto de maldad o bondad sería distinto para cada persona. A
algunos robar les parecería un gran pecado mientras que a otros les
parecería lo más normal del mundo.
Incluso teniendo todas
estas restricciones muchas veces nos cuesta diferenciar cuáles son
los límites, hay decisiones que son difíciles de tomar y,
dependiendo del ambiente donde te hayas criado, tus creencias y
principios variarán.
El ser humano es así,
necesita control, conocimiento, poder… es por esto que ha habido
tantos conflictos durante la historia, experimentamos para aprender y
crear nuevos conocimientos y, con ello, más leyes.
El problema en esta
teoría es la generalización y el miedo inconsciente que se forma al
ser diferente a los demás. Una vez aprendida, los gustos y las
aficiones se forman dependiendo de lo que está de moda, de las
expectativas sociales que existan con respecto a esa actividad. Si en
la televisión y en la radio se emite significa que es buena y, por
tanto, me tiene que gustar. Si a mis amigos les gusta un deporte
determinado y está cogiendo mucha fama un equipo relacionado,
también te gustará y jugarás a él.
Hay un momento durante
nuestro crecimiento que lo único que hacemos es imitar todo lo que
vemos y si nos salimos de ese patrón significa que no nos estamos
adaptando como es debido.
El miedo a quedarte solo
y no tener a nadie con quien compartir tus intereses hace que no
experimentes cosas nuevas, que evites otras culturas o actividades
para no ser un paria social.
Por supuesto hay
valientes que se atreven a decir cuáles son sus intereses por muy
extravagantes que sean, pero la gran mayoría, si los tienen, los
ocultan por miedo y por vergüenza.
Es muy triste que tenga
que ser así, nos estamos cerrando, estamos dejando de experimentar,
estamos permitiendo que nos manejen como si fuéramos robots. Parece
como si hubiera un ente que quiere que todos seamos marionetas y nos
comportemos exactamente igual, que respondamos y nos movamos justo
como él quiere ¿Acaso es normal?
Todos
somos diferentes, cada uno tiene sus pensamientos y sus ideales, si
se te explica algo y tu no lo entiendes o no estás de acuerdo tienes
derecho a exponerlo, a decir cuál es tu punto de vista. Los gustos
pueden variar y deberíamos respetarlo sea lo que sea.
Que algo sea diferente no
significa que no sea bueno.